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Estamos acostumbrados por la noticias de prensa, televisión, etc. a estar informados de las operaciones militares que se realizan en la actualidad. Son operaciones de las llamadas “en tiempo de paz”, misiones humanitarias muchas de ellas, así como intervenciones en conflictos de “baja intensidad”, no por ello exentos de peligro y riesgos.

Todas ellas son labores encomiables y necesarias. Pero no son las únicas tareas de la Armada y la principal, no olvidemos, es la “defensa de España y la protección de los españoles y de sus legítimos intereses en y desde la mar, allá donde sea necesario”. Esta “defensa de España” necesita de unas capacidades en todo tipo de situaciones y conflictos, desde los de “baja intensidad” hasta una hipotética guerra convencional. Es precisamente estas capacidades que existen, se ejercitan y se mantienen las que he querido poner en valor en varios de los capítulos de la obra. Adicionalmente estoy convencido de que nuestra sociedad debe conocer, hasta donde sea posible, que esas capacidades tan necesarias y tan costosas existen y que además tienen su utilidad. Como dicen los versos de autor desconocido con los que acompaño esta introducción, solo nos acordamos de la Armada cuando suena el cañón. Vivimos unos tiempos de paz y estabilidad y es fácil caer en el error de pensar que, entonces, ¿para qué sirve gastarnos dinero en Defensa? Cuando la respuesta es muy sencilla: nos lo gastamos precisamente para que el cañón no suene.

Por último y mucho más importante que todo lo anterior, ha sido mi intención poner de manifiesto todo el trabajo, preparación y profesionalidad de nuestros marinos. No olvidemos nunca que los barcos, las aeronaves, las armas, son solo acero. Detrás siempre hay hombres y mujeres con vocación de servicio.

Juan José Fernández